EL AEROPLANO DE LA VIDA*
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Levanta el vuelo pujante con audacia y con bravura ;
con ímpetu y osadía remóntate a las alturas
en el avión de tu vida, traspasando las balumbas
de las nubes que en su errancia, pasajeras siempre van;
y en aleves turbulencias, sostén el timón con fe:
siempre tras feroz procela, la calma retornará.
Ya ganadas tus alturas, sostener la nave arriba
sereno, con fe, y alerta, -es del éxito la clave-;
mira sólo hacia tu estrella, sin entorpecer la senda,
ni el espacio a ti vedado, de otros pilotos en ruta,
pues en ello, irían tu vida y la de otros inocentes
que en tu honestidad confiaron y en tu verticalidad.
Luego de tu vuelo audaz, fascinante por los cielos
tendrás que volver a tierra donde tu raíces duermen.
Mas debes saber hacerlo airoso y con esperanzas,
con humilde gallardía, cuidadoso en tu descenso
para no pegar abrupto, para no quebrar tus alas,
las que al cielo te llevaron en tu vuelo delirante.
Cuando ya pongas pie en tierra, haz el brindis de tu vida:
con tu copa rebosante, ofrece tu humana espiga
a la arcilla que auspiciante un día te vio brotar,
y que sabiamente espera por el clangor de la parca,
-la críptica segadora que a la vida nos enlaza-,
y nuestra carne retorna al vientre de Madre Tierra:
Natura en su eterno ciclo, siempre espera acogedora.
Luego, a Dios dale las gracias por tu viaje culminado,
por los logros alcanzados en tu ruta por la vida.
Deja un mapa ¡oh, piloto!, con estas sabias palabras:
"¡Remóntate a las alturas mas deja luz rutilante
en el sideral espacio, do otros pilotos irán!".
>* Poema del libro "Del crepúsculo a la alborada"
2007 Ed. René Mario.
Publicado por la editorial Calíope
de Madrid. España (2004), en la Antología
"CON UNA SOLA VOZ".